De las blancas autóctonas actuales es, sin duda, la que antes tuvo éxito, iniciando su despegue en los años 70 con la elaboración de blancos jóvenes afrutados en la zona de Rueda.
Lo que más destaca es su gran potencial aromático, que le da personalidad, calidad y distinción.
En ocasiones se acompaña en botella de la Sauvignon Blanc, que también ha sabido adaptarse a la rigurosidad del clima en la región central y resulta un gran complemento.
Es originaria de la zona de Rueda, pero llama la atención de otras regiones.