Carga uvas con generosidad y, aunque poco amiga de la sequía, es una casta dura y resistente a las enfermedades criptogámicas más habituales.
El auge le llega al corroborarse a principios del siglo XX el interesante frescor que aporta a las mezclas dedicadas a la elaboración de cava, donde no se le exige una alta graduación alcohólica y no penaliza su excesiva acidez. Los vinos que surgen de ella no prosperan como monovarietal , pero en la mezcla da aroma y frescura.
En los últimos tiempos está ganando valor en la unión con la Airén para hacer golosos vinos jóvenes, amén del conocido trío con la macabeo y la Xarello.